domingo, 29 de agosto de 2010

Secuelas del 27 de febrero

Al cruzar por las calles pobladas de Patronato, es difícil localizar los daños puntuales que ocasionó el terremoto. Si bien la faceta comercial de este barrio sigue intacta, el problema y las secuelas que dejó el sismo del 27 de febrero se proyectan en el miedo de sus habitantes. Seis meses después de la tragedia, muchas personas no han logrado superar el temor de vivir en edificios, lo que los ha llevado a desalojarlos rápidamente y mudarse a residencias con menor altura. Este escepticismo que se ha creado a partir del terremoto sigue presente meses después, dejando a muchas personas con departamentos vacíos, difíciles de vender, o proyectos de edificios nuevos que no han logrado habitar 50 % de su capacidad.

Miedo
El miedo se ha apoderado de Eduardo Corona (32), propietario del edificio Los Portales de la Chimba, en la calle Loreto. Desde hace un mes que ha tratado de vender su departamento, el temor de vivir en un edificio lo tiene en una constante incertidumbre. Mientras muestra la entrada de su edificio recalca su excelente ubicación, suspira y después de una mueca de decepción dice, “obvio que no hubo muchos daños, si de verdad no pasó casi nada, pero la gente está asustada. Hace como dos meses que estoy tratando de vender mi departamento y no puedo, nadie quiere comprarlo.” Corona lleva promocionando su hogar durante dos meses, en varios diarios y sitios de internet, pero ha recibido muy pocas llamadas. Al igual que él, otras cinco personas han desalojado sus departamentos en el edificio y los han puesto a la venta, pero la suerte en el barrio Patronato no los ha ayudado. A diferencia de otras personas, todavía tiene esperanzas y opina que esta situación es normal después de una catástrofe de tal magnitud. Pero la situación no es tan fácil, ya que Corona, desde el 27 de febrero, padece de un trauma a las alturas y está desesperado. Mientras su tono de voz comienza a elevarse se puede notar la desesperación, hay cierto temor. “Necesito vender el departamento, necesito mudarme, me va a hacer mejor”.
David Peña, el encargado del edificio durante el día afirma que “ya cinco propietarios se fueron, compraron en otro lugar, se marcharon, si la gente aquí esta yéndose. Muchas ventas están cayendo aquí por lo mismo”.

Crisis y escepticismo
Existen construcciones novedosas que, a seis meses del terremoto todavía no logran remontar en sus ventas. El nuevo condominio Art Bellavista, localizado en Loreto 350 es uno de estos casos que está sufriendo las consecuencias del escepticismo colectivo. Dos meses después de su apertura, la cual fue retrasada por algunos daños estructurales, ha logrado vender tan solo 20 de los 170 departamentos que hay en este lujoso edificio. Ésta es una de las nuevas construcciones que están surgiendo en este barrio, promocionando un cambio en el estilo de vida del lugar.
Patricio Guzmán (36), es uno de los veinte habitantes que hay en esta residencia y compró un departamento una semana después de su apertura. Después de haber conseguido un nuevo trabajo, este sintió que podía ser la oportunidad para cambiar su estilo de vida, comenzando por un departamento propio. Para Patricio, el Art Bellavista está ubicado en un lugar preciso, cerca de un metro y en uno de los centros comerciales más diversos. “Parecía que iba a ser un éxito esta venta, primero se retrasó debido a algunos daños, pero no fue mucho. Pensé que se iban a vender más, pero cada vez que salgo veo que hay pocas casillas ocupadas con correo, muy pocas en verdad. Se siente solo este lugar, se ha creado un miedo a comprar departamentos al parecer”. Y es que al presenciar el lobby de este lugar, se puede notar lo vacías que están las 150 casillas de correo. La situación no ha prosperado, más bien existe cierta crisis, ya que se necesitan realizar más ventas para pagar gastos comunes. Patricio, tranquilo pero con pequeños gestos de preocupación comienza a hablar acerca de la falta de ventas, “un edifico de esa magnitud necesita ocupar espacio para poder respaldar los costos de construcción y es exactamente el miedo que tengo, en cualquier momento nos suben la renta porque de verdad no se ha vendido nada”. Y es que al igual que Eduardo Corona, muchas personas están yéndose de los edificios debido al miedo.

Algo que rescatar
Si bien el terremoto creó un miedo que ha perdurado los seis meses posteriores al terremoto, la paranoia colectiva ha beneficiado en cierta forma a la comunidad. David Peña, desde hace dos semanas, ha estado presente en juntas directivas del edificio en donde se ha planeado organizar simulacros de terremotos para mantener a los habitantes preparados. “Cada semana”, cuenta Peña, “va a sonar la alarma y todos tenemos que seguir lo que el especialista nos diga.” Sonriendo, éste rescata el hecho que se estén tomando las medidas necesarias, para que los habitantes estén alerta ante cualquier otro evento sísmico. Para él es importante no olvidar lo sucedido, “porque así la gente tiene presente el terror que se puede sufrir en un veinteavo piso, y van a estar más preparados”. Y éste no es el único caso que se ha dado en el barrio Patronato. El liceo municipal Valentín Letelier ha reestructurado su logística en las clases, con menos estudiantes en cada sala y creando zonas de evacuación.
Quizás es difícil pensar que a seis meses del terremoto todavía existe miedo en la gente, pero la verdad es que muchas personas no olvidan ese día, el cual sigue viviendo con ellos. El miedo que ocurra otro sismo sigue clavado en las mentes de los habitantes del barrio. Algunos han tomado la determinación de irse, pero sus departamentos y viviendas, que hasta el día de hoy no pueden vender, seguirán siendo un constante recuerdo del temor que ha dejado el terremoto.

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